Hemos llegado al límite de la existencia, desbordados en la falta de integridad espiritual, hallamos en cada resplandor humano un faro en la oscuridad, nos movemos entra la espiritualidad y la razón, no comprendemos la mafia detrás de un sermón y la maldad existente detrás de los muros blancos en la catedral, de igual manera nadie adivina lo complejo de adorar al hombre en la trascendencia del tiempo como nuestro creador.
Son polillas en la oscuridad, abnegados a ser adoradores de la luz que más brille, Un simple tono dentro de la melodía del universo. Pero como verse de una manera humilde, si es de humanos considerarnos la máxima creación. Ser el hijo de un Dios que todo lo puede, el alter ego elevado a su máxima expresión.
Pero que tan imperfectos somos, pase largas horas comprendiendo el comportamiento de algunas personas, el por qué cortamos vidas, evitamos vidas, por qué arruinamos vidas, simple, todo gira en torno a una economía, buscamos un bienestar económico, un bien propio, una estabilidad ante una sociedad puta, que cobra muy caro. Por qué no regresar a lo simplista, a la ausencia del consumo, a las necesidades básicas y el crecimiento energético, espiritual.
Claro, ya se la razón, aquellos que seguimos la otra orilla, somos vistos como inútiles, como inoficiosos y malcriados, el simple hecho de no vernos igual es una razón de marginalidad, pero que es lo común, ser un adepto a la cultura de moda, seguir los pasos de algún prototipo televisivo, ser un terminal del sistema, o quizás no ver más allá de las explicaciones de alguna modelo doctrinada para repetir lo que debe decir una y otra vez.
Vivo en una sociedad en colapso, donde la guerra del centavo es mucho más importante que impedir una muerte a manos del sistema corrupto y mal diseñado, vivo en una patria que tiene pocos dueños, llena de ganado haciendo fila para alimentar a sus hacendados.
Cuando voy a esos bares rojos, encuentro brillantes mentes, encaminados, con futuros brillantes, pero al paso de los años terminan todos en oficinas encajados en un qué hacer, en un que cumplir, entonces de que vale la izquierda la revolución el pensar diferente, si al final todos debemos encajar en lo que más odiamos.